LA PUBLICIDAD Y LOS JOVENES


Para los jóvenes tiene gran importancia su integración en el grupo de iguales, y para ello se sienten obligados a aceptar los patrones sociales que impone su grupo de referencia. Esto les hace especialmente vulnerables a cualquier influencia que les proponga una mayor aceptación dentro del grupo.
Los medios de comunicación tienen una gran incidencia en la socialización de los jóvenes, pero transmiten una imagen estereotipada de los mismos, en la que predominan los  divertidos, dinámicos y superficiales.  Esta imagen acaba siendo asumida por los propios jóvenes. También la publicidad hace uso de estereotipos para reforzar sus mensajes comerciales.
Esta imagen colectiva no siempre coincide con la imagen, en muchos casos negativa, que cada joven tiene de sí mismo. Se genera así un conflicto entre lo que se quiere ser  y lo que se piensa que se es, que entre los jóvenes más inseguros puede dificultar una formación equilibrada de su personalidad.

Se critica la publicidad pero, a la hora de consumir, nos sentimos influidos por ella. El grado de respuesta crítica a la publicidad depende, en buena medida, del grado de formación y alfabetización audiovisual de los receptores.

Es indudable que la publicidad, como actividad comercial pagada por una empresa anunciante, escoge y multiplica aquellos valores que le interesa destacar y desecha los que no favorecen su estrategia persuasiva.

En general, los jóvenes aparecen con más frecuencia en los anuncios publicitarios que otros grupos sociales, y hacia ellos se dirigen también buena parte de estos mensajes.

En una investigación realizada por la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD) se pone de manifiesto que, en los anuncios dirigidos a los jóvenes, aparecen destacados valores como el consumismo, hedonismo, independencia, transgresión, prestigio, aventura…mientras que están escasamente representados otros como compromiso, amistad, esfuerzo, solidaridad, etc. Se observa una marcada tendencia hacia el hedonismo individualista mientras que son deficitarios los valores que fomentan el esfuerzo y el compromiso social.

En publicidad, la juventud es un valor que vende bien. Los jóvenes que aparecen en ella responden a un estereotipo de jóvenes divertidos, dinámicos, guapos, triunfadores y seductores: un canon difícil de alcanzar. Se nos propone una estética corporal que destaca la delgadez, para ellas, o los cuerpos atléticos, en el caso de ellos.

Las encuestas muestran que buena parte de los adolescentes no se consideran a gusto con su imagen. Un 50% de ellos se consideran gordo, siendo las chicas las más afectadas por esta imagen negativa. El afán de muchos jóvenes por responder a esos estereotipos les lleva, en muchos casos, a adoptar hábitos y actitudes que a veces atentan contra su propia integridad física. Enfermedades como la anorexia y la vigorexía son cada vez más habituales entre los adolescentes.

Aunque ha aumentado en los últimos años el número de varones afectados por la anorexia, siguen siendo las chicas, en una proporción de uno a diez, las que más la sufren.

En publicidad  la imagen de los chicos está más ligada a la eficacia o la figura atlética, por ello una  enfermedad  que empieza a detectarse ahora es la es la vigorexía, un afán desmedido por adquirir un cuerpo de aspecto atlético.

Algunas agencias publicitarias han aprovechado el rechazo que la promoción de estos estereotipos provocan en ciertos sectores de la población, para utilizar valores alternativos, éste es el caso de la campaña emprendida por la agencia Ogilvy para la marca de cosméticos Dove, y que ha titulado como “campaña por la belleza real”. En ella se apela a la estética de supuestas mujeres corrientes, que se salen de los cánones de artificial juventud, delgadez y perfección corporal, que promueven la mayoría de los medios de comunicación .

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